Ya estamos en el futuro, de hecho llevan tiempo diciéndonos que estamos ya en la primera fase del futuro.
Si el futuro es una carnicería, me lo tendré que creer, tanto porque pican la carne del que se despista en un “pispás” como porque nos hemos encarnizado peleando por un trocito de pastel de una manera que no es ni medio normal. Y hasta aquí estamos de acuerdo, en el resto, veo que estamos intentando llegar al marco de la puerta del futuro dado que, aún arrastramos mucho lastre del pasado.
Considero que en todos los sectores hay empresas –formadas por personas y lideradas por visionarios o, simplemente, locos del futuro- que marcan la dirección del cambio y quienes, sin lugar a dudas, están tirando del lastre que suponen aquellas empresas ancladas en viejos paradigmas ya obsoletos.
Se me viene a la mente el sector bancario, arcaico donde los haya que, si no fuera por empresas como ING, seguirían obligándote a ir a la ventanilla para hacer ingresos y extractos de dinero. No digo que estén bien ni que sean un modelo a seguir pues, puede ser que muchas de estas empresas, pasen a ser el lastre del que hablamos en un futuro no muy lejano. Es una opción como otra cualquiera y es que, hasta cierto punto, es una injusticia tratar de lastre cuando, al fin y al cabo, esto es una carrera de relevos donde muy poquitos son capaces de regenerarse y mantenerse en la cresta de la ola mientras muchos son los que pierden comba y se quedan a remolque.
Y es la razón -y la vista- las que me hacen analizar que no estamos, ni de lejos, a velocidad de crucero. Convencido estoy de que, una vez exista una regeneración en todos los sectores, ya sea en forma de actualización o bien de desaparición de las empresas tradicionales, si habremos llegado al futuro. Porque otra cosa que tengo clara es que no estamos entrando en una nueva etapa sino que la ruptura con la anterior es tan sumamente grande, que nos obliga a hablar de pasado y futuro.
A riesgo de servir de jarrón de agua fría sobre esta euforia intencionada, dirigida y, por encima de todo, irreal acerca de un salto generacional dentro del mundo empresarial, voy a poner algunos ejemplos que sustentan mi teoría.
1. Seguimos planteando los negocios desde el plan de empresa y creando, desde ellos, la estrategia competitiva a seguir. Señores, la conceptualización del negocio ha variado y la creación de un modelo conceptual es fundamental para el correcto desarrollo de la misma. Hoy los números son importantes pero débiles, pues estamos en una situación económico-competitiva tan volátil que los números se los lleva el viento y, a veces, una simple brisa. Por encima de ellos se encuentra la creación de un modelo y concepto de negocio diferenciado, contenido y flexible que nos permita adaptarnos a las nuevas realidades sin tener que tumbar y reconstruirnos.
2. Los negocios siguen siendo reactivos. En reducidos casos se da la situación en la que son capaces de adelantarse al cambio. El espíritu conservador a miedo de “subirse al carro” de una tendencia pasajera y no saber bajarse a tiempo, lleva al inmovilismo hasta la consolidación.
3. Los negocios se siguen basando en los antiguos paradigmas. Son escasos los nuevos modelos de negocio emergentes que, sin duda, renovarán el panorama y serán la norma en ese futuro del que hablamos. Por el momento, todavía nacen en volumen parejo ambos modelos y esto, sumado a los antiguos ya existentes, dan un camino largo por recorrer.
4. Se renombran puestos o perfiles más viejos que andar con los pies: Al motivado con iniciativas ahora se le llama Knowmad, al que quería crecer y desarrollaba sus primeras tareas de responsabilidad, ahora se le llama Project Manager. Ah bueno, el coaching que parece tan moderno ahora, tiene sus comienzos profesionales en los años 40.
5. Seguimos con premisas de cuando yo estudiaba. En aquella época se ponía en duda aquello de “El cliente siempre tiene la razón” y ahora solamente veo muros atestados diciendo que “El cliente es tu único jefe, es el único que nos puede despedir a todos, con su simple decisión de no volver más y comprar en otro sitio”. Realmente me da pánico ir al futuro con ideas de las cavernas no lo veo para nada interesante. Desde mi punto de vista, un cliente que decide comprar en otro establecimiento puede hacerlo motivado por diferentes razones en ningún caso achacables al cliente. Cuando el cliente decide castigarte comprando a otro, algo has hecho mal sin duda pero, en caso de que se vaya a la competencia, tendrás que analizar si es tu cliente, si lo has sabido analizar y captar sus necesidades y, de ser así, si te has dirigido a un target de cliente que aboga por la infidelidad en lugar de la fidelidad. En cualquier caso, el cliente está ahí fuera, rondando y viendo donde invertir sus recursos, el dueño eres tú y tu negocio y, como tal, demuestras tu habilidad o torpeza para atraer a tus clientes.
En cualquier caso voy a intentar cerrar este post tan serio y analítico con un toque de humor cortesía de Arthur Clarke autor de, entre muchas otras, 2001 Odisea en el Espacio:
“El futuro no es ya lo que solía ser».
JRM